La acción, eso que a veces se nos olvida

acción

Hace unos días coincidí con un buen amigo que tiene un negocio propio. Cuando inició ese negocio mi amigo volcó muchos esfuerzos en conseguir reunir una interesante comunidad en Redes Sociales alrededor de su negocio. Un modesto restaurante que, en su momento, reunió a más de 3.500 personas en Facebook.

Estos 3.500 fans se sentían “queridos” por mi amigo. Cada día compartía con ellos contenidos e informaciones que les resultaban útiles, y no sólo de su negocio, sino que mi amigo también les ofrecía contenidos relacionados con su sector… no solo vendía. Lo estaba haciendo muy bien y esto se tradujo en un incremento de las ventas y, por lo tanto en un frenético día a día que hizo que abandonara a su comunidad por “sólo” 5 meses.

De repente mi amigo se dio cuenta de que algo no iba bien, de que las ventas se habían estancado y posteriormente empezaron a decrecer y lo atribuyó a que había descuidado a su “ejército” como el los llama.

“Jaime, ¿crees que ha tenido algo que ver que no siguiera alimentando las Redes Sociales con esta bajada en las ventas?”. Mi respuesta fue que seguramente habría tenido algo que ver, pero que habría que analizar un poco más en profundidad el tema, pero que seguro que en algo habría influido.

Nuestra acción al final lo que hace es ir construyendo un castillo donde “nuestro ejército” se siente cómodo. Si abandonamos el castillo este se va deteriorando, hasta que se derrumba y nuestro “ejército” busca otro castillo donde cobijarse y al que defender.

Mi recomendación en este caso sería que fuéramos constantes en la generación de contenidos que puedan resultar interesantes a nuestra comunidad. El castillo tiene que mantenerse, y esos contenidos son una especie de pequeñas reformas que hacen que el edificio no se caiga y nuestros soldados sigan defendiéndolo.

¿Estás de acuerdo conmigo?