La comunicación política, ¿puede “matar” la política?

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LA COMUNICACIÓN POLÍTICA, ¿PUEDE ALEJAR A LOS POLÍTICOS DE “LA POLÍTICA”? ¿PUEDE “MATAR” LA POLÍTICA CON MAYÚSCULAS?

Cuando la clase política se sintió incomprendida y alejada de su electorado se desarrolló la profesionalización de la Comunicación Política. Primero, para explicar sus realizaciones (políticas públicas, etc.), y, segundo, entrar en una especie de campaña electoral permanente para proteger y reforzar su reputación. En esta evolución aparecen los perfiles profesionales como el asesor de imagen, el jefe de prensa, el director de comunicación, el director de campaña, el community manager,…

Al principio se trataba de explicar lo que hacen los políticos para devolver la confianza a sus electores. Después los asesores se proponen un paso más: desarrollar la marca personal formulando las narrativas, los argumentos de debate, la imagen personal, etc., necesarias para fijar un perfil con una personalidad política, humana e intelectual de sus clientes.

El objetivo es destacar y potenciar lo mejor de cada perfil y facilitar los recursos para desarrollar la imagen. O, en el extremo, inventar características inexistentes a conveniencia del guión que permitan convertir el perfil en un líder a partir de la construcción de un discurso muy preparado y blindar el personaje convenientemente.

Generalmente los asesores actúan para fomentar competencias y valores políticos y sociales propios de las democracias, como el respeto al adversario, el pluralismo, la defensa de la paz, el progreso y el bien común, con actitudes de empatía, proximidad, determinación, responsabilidad, etc. Les ayudan a abrirse paso entre la abrumadora confusión dominada por la incoherencia, el oportunismo, la hipocresía, la demagogia, la sumisión a los poderes fácticos, la corrupción, etc. De esta manera, la Comunicación Política igual puede intervenir al lado de la verdad de los hechos contrastados, o en el de la posverdad y el mundo fake, siempre compitiendo para lograr los objetivos del candidato.

Con sus habilidades comunicativas el político puede situarse (peligrosamente) en una zona de confort de la política que le podría alejar de la estrategia (cuando se tiene) y confundirlo de lo que en realidad es la Política. Efectivamente, en tiempos de cambios e incertidumbres, de complejidad, de diversidad, de minorías y mayorías relativas, etc., se debe ejercer la Política en mayúsculas, no limitarse a la comunicación o a la imagen. La cultura de debate/negociación/acuerdo/oposición/rendición de cuentas, requiere el dominio de habilidades múltiples en los perfiles políticos estratégicos. Los DIRCOM políticos -tacticistas o cortoplacistas- no deberían confundirse con los ESTRATEGAS, que se plantean la dimensión de los problemas y sus posibles soluciones y el bienestar de su Comunidad a largo plazo. En todo caso el DIRCOM o spin doctors deberían facilitar el Relato siempre de acuerdo con la Estrategia, sabiendo que primero está la inmediatez de lo mediático, pero lo importante va a largo plazo y se realiza con una visión global y estratégica de la Política.